miércoles, 18 de junio de 2014

Un corazón de colores.

El 10 de septiembre de 2009, comenzaba uno de los viajes más maravillosos y trepidantes de mi vida, un nuevo viaje rumbo a la excelencia que se convertiría en muy especial. No pensé entonces que sería tan largo, pero en cuanto se me ofreció la posibilidad de capitanear tan fantástica tripulación durante cinco años, decidí compartir parte de mi vida con esos seres tan especiales. Algunos de ellos, tuvieron que abandonar nuestra tripulación para cumplir su misión en otra nave, y otros, se unieron más tarde a la nuestra. Pero todos ellos, impregnaron nuestro espíritu con su excepcionalidad, y mi tripulación y yo, sentiremos sus corazones latiendo con los nuestros cuando en cuatro días aterricemos.

A partir de ese aterrizaje, cobrará mayor sentido lo que mi tripulación ha conocido, aprendido, adquirido, sentido, reído, llorado o disfrutado. Será a partir de entonces cuando mis tripulantes tengan la oportunidad de actuar libres conforme a lo que aprendieron a ser, y elegir el camino correcto por el que seguir viajando sin su capitana para convertirse en grandes personas.

Ahora, mientras ellos descansan y leen, yo, desde mi cuadro de mandos, los observo y experimento una gran melancolía por el poco tiempo que nos queda para seguir impregnándonos unos de otros. Siento que me han faltado ocasiones para enseñarles más, para educarlos, para mostrarles lo que me gusta, para aprender de ellos, para conocerlos mejor, para divertirme entre sus risas, para quererlos… Sé que formamos un gran equipo que pronto se disolverá, pero me sosiega saber que cada uno de nosotros seguirá su camino en nombre de las vivencias que un día nos unieron para crecer. Qué vínculo tan extraordinario, intenso y fugaz… Tan profundo como el firmamento que nos queda por recorrer…

Ojalá el paso del tiempo no borre nunca de mi memoria la multitud de historias vividas junto a mi tripulación. Afortunadamente, durante nuestras largas jornadas de trabajo, hemos tenido muchas oportunidades de inmortalizar nuestros aprendizajes, experiencias, vivencias, sentimientos, deseos y felicidad. Siempre podremos acudir a nuestros testimonios e incluso seguir alimentando el vínculo que nos une en la distancia, tal como un día nos comprometimos a hacer. Yo ya tengo programadas varias rutas en mi nueva mesa de control: redAlumnos, blogger taller de escritura 6th A.

Cuando abandonemos la nave, echaré de menos sus rostros, sus sonrisas y sus carcajadas. Incluso sus disgustos, sus enfados o sus impulsos incontrolados traerán a mi memoria el maravilloso efecto de los cariñosos abracitos, la madura reflexión o los valientes perdones. Querré traer a mi memoria sus besos, sus abrazos, sus caritas suaves y el calor de sus manos. Me siento muy afortunada por haber podido consolar sus llantos, aplaudir sus éxitos, ayudarlos a superar sus fracasos, ser su confidente o verlos aprender y crecer felices. Estoy tremendamente agradecida por haber podido formar parte de sus vidas. La felicidad que me invade es enorme cuando ahora, vislumbro en sus rostros a los grandes hombres y mujeres con valores que pueden cambiar el mundo.

Cuando era joven, me imaginaba trabajando rodeada de niños adorables que me hacían sentir especial… Pero nunca en sueños, pude sentir la calidez de la gran tripulación que he tenido el placer de capitanear en una realidad que ha superado a la más atrevida imaginación.

Lanzo al firmamento un mensaje para que, en forma de estrellas, adorne siempre la lectura de quien busca historias en el cielo: “Gracias, tripulantes, por un viaje extraordinario. Hasta siempre que queráis la atención de vuestra capitana. Os quiero.”


No hay comentarios:

Publicar un comentario